
El Tratado sobre Plástico: La esperanza en la Justicia Climática
19 de agosto de 2025

Shelby A. Nsang
La segunda parte de la quinta sesión del Comité Intergubernamental para desarrollar un instrumento legalmente vinculante sobre la contaminación por plásticos, incluida la marina, se llevó a cabo del 5 al 15 de agosto de 2025 en el Palacio de las Naciones en Ginebra, Suiza. Este evento, aunque cargado de expectativas, culminó con una sensación de desánimo entre los delegados, que experimentaron una montaña rusa emocional durante las largas jornadas de negociación.
Resumen
La globalización ha vuelto a mostrar su rostro más contradictorio: mientras los intereses en la producción y explotación de recursos fósiles siguen dominando la agenda, los compromisos reales para reducir la contaminación parecen estancarse. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que deberían guiar a la comunidad internacional hacia un futuro más equitativo y sostenible, se ven atrapados en un pulso constante entre los jóvenes líderes climáticos y los poderosos representantes de la industria petrolera y petroquímica.
Las recientes negociaciones en Ginebra sobre el Tratado de Plásticos, aunque concluyeron sin el esperado acuerdo vinculante, han marcado un hito: la firme declaración de reducir la producción de plástico a cero, impulsada con convicción por movimientos sociales y nuevas generaciones, se erige como precedente. Lejos de ser una derrota, este gesto simboliza que la esperanza en la justicia climática sigue viva, desafiando la inercia política y económica que intenta frenarla.
En este artículo revisamos lo ocurrido durante estas arduas negociaciones -un proceso descrito como una verdadera “esperanza en la justicia climática”- y exploramos cómo la emoción, la frustración y la resiliencia de los delegados reflejan tanto las grietas como la fuerza colectiva de esta causa global.
LA CARGA EMOCIONAL DE LA NEGOCIACIÓN
La última sesión plenaria estaba programada para comenzar a las 5:30 de la mañana y desde el inicio de la sesión ya se palpaba cierta tensión en el aire. Algo en el ambiente te hacía augurar que no nos llevaríamos buenas noticias.

La no adopción de un texto que conduzca a un tratado global representa retos para los Estados Miembro. Foto: Kiara Worth
Delegados exhaustos, después de largas noches de debates, llegaron a otra ronda de negociación con la esperanza de un acuerdo que nunca llegó. La noticia de que no se había adoptado el tratado resonó profundamente, dejando a los delegados abatidos.
''Las versiones que quedaron sobre la mesa habrían consolidado artículos poco ambiciosos sin un mecanismo para fortalecerlos con el tiempo. Eso habría sido un fracaso para las personas y el planeta'', declaró Clara Schlösser, responsable de implementación de Políticas de Salud sin daño Europa.
Las lágrimas en sus rostros y sus cabezas entre las manos eran un reflejo de la frustración y la tristeza que todos sienten ante la inacción de la comunidad internacional.
La presidencia del encuentro hizo el anuncio oficial, y poco después, uno a uno, los delegados tomaron el micrófono para expresar su tristeza y frustración. Fue un claro recordatorio de que, a pesar de la buena voluntad y el compromiso de muchos, la lucha por la justicia climática sigue enfrentando obstáculos monumentales.
UNA LLAMADA A LA REFLEXIÓN COLECTIVA
El momento en que un delegado se dirigió a la sala en su lengua materna, buscando recuperar la compostura, encapsuló la experiencia de muchos. Cómo conectar esas emociones humanas con una causa que trasciende fronteras y economías es un desafío complicado.

Varios especialistas señalan la presión ejercida por los grupos de interés y los países productores de petróleo y plástico. Foto: Kiara Worth
La pregunta que resuena en el corazón de esta lucha es: ¿por qué a menudo se priorizan los intereses individuales sobre el bien común? ¿Por qué puede ser tan difícil para nosotros ver más allá de nuestras fronteras, de nuestras economías y nuestro propio beneficio?
La desconexión entre nuestra conexión emocional y nuestra responsabilidad colectiva puede ser desconcertante, pero es esencial entenderla para avanzar.
Pareciese que nos hayamos estancado, topado con un fuerte muro lleno de espinas, sin embargo, este evento acaba de sentar un precedente sin parangón en la historia de la lucha conta el plástico. Nuestro próximos pasos se encapsulan en una sola frase: "resiliencia como respuesta"
LA RESILIENCIA COMO RESPUESTA
Entonces, ¿Qué hacemos ahora? La respuesta es sencilla y poderosa: nos secamos las lágrimas, apretamos los dientes, recogemos los pedazos y nos preparamos para las siguientes negociaciones. Lo haremos una y otra vez, hasta que comprendamos que la calidad de nuestras vidas está intrínsecamente ligada a la calidad de nuestra contribución al mundo.
''En Ginebra vimos una abrumadora mayoría de Estados, de todas las regiones, expresar voluntad y consenso para lograr un tratado eficaz que ponga fin a la contaminación plástica. Esto nos da esperanza para el futuro'' expresó Zaynab Sadan, líder Global de Política sobre Plásticos de WWF.
A pesar del desencanto, hoy no es el día en que dejaremos que la desilusión nos venza. Continuaremos la lucha por una justicia climática que sabemos que el mundo merece. Este camino puede ser arduo, pero cada paso nos acerca a un futuro donde el tratado sobre plásticos se convierta en una realidad, un instrumento que no solo combatirá la contaminación, sino que también reafirmará nuestro compromiso con el planeta y las futuras generaciones.

Los jóvenes estarán presentes en cada paso que se de para asegurar el tratado. Foto: Kiara Worth
LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
En conclusión, aunque el INC-5.2 deja tras de sí un sabor amargo, también ha sembrado una semilla de determinación. La lucha por el Tratado sobre Plástico y la Justicia Climática está lejos de haber terminado.
En cada país, la juventud alza la voz con la determinación de quien sabe que el futuro le pertenece. Sus marchas, innovaciones y acciones solidarias son faros que iluminan incluso las salas más sombrías de negociación. En sus manos no solo hay esperanza, hay acción, valentía y la certeza de que un mundo justo y sostenible no es una utopía, sino un compromiso impostergable.